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El agradecimiento del canciller argentino al embajador de Israel no frena el robo petrolero en Malvinas

El elogio de Pablo Quirno a Gideon Sa’ar, por reconocer la disputa con Reino Unido por la soberanía de Malvinas, no detendrá a Navitas en su objetivo de explotar Sea Lion.

29 de diciembre de 2025 08:43

Al agradecer una declaración vacía de contenido práctico, el gobierno argentino actua contra los intereses de la Nación.

En un giro diplomático, el canciller argentino Pablo Quirno ha decidido "valorar" y "agradecer" las declaraciones del embajador israelí, Gideon Sa’ar, respecto a la existencia de disputa de soberanía en las Islas Malvinas, cuyo diálogo, Gran Bretaña; decidió a no retomar.

Horas atrás, el embajador había salido a despegar a Israel de las decisiones que tomó la petrolera más importante de su País, aduciendo que se trata la filial británica, Navitas Petroleum Development and Production”, pero que igualmente; “Israel espera que la disputa entre la Argentina y el Reino Unido se resuelva mediante el diálogo entre las partes y por medios pacíficos”.

Argentina respondió a través del Canciller Quirno: “Valoro las declaraciones del Canciller del Estado de Israel, Gideon Sa’ar, en las que reconoce la existencia de una disputa de soberanía entre la Argentina y el Reino Unido”. Reafirmó que “La Cuestión de las Islas Malvinas debe resolverse mediante la negociación entre las partes, de conformidad con las resoluciones de las Naciones Unidas y el derecho internacional" y que “empresas de cualquier nacionalidad deben abstenerse de avanzar de manera unilateral en la exploración o explotación de recursos naturales en el área en disputa”.

 

 

Pero lo que el Gobierno presenta como un logro diplomático, no es más que una cortina de humo que oculta una realidad alarmante: el inicio inminente de la extracción de petróleo argentino por parte de una empresa de bandera israelí en sociedad con capitales británicos.

El reconocimiento de lo obvio no es un triunfo

Que el Canciller de Israel reconozca la existencia de una disputa de soberanía no es un favor diplomático; es el reconocimiento de una realidad jurídica internacional plasmada en las Naciones Unidas hace décadas. Sin embargo, para la Cancillería argentina, parece ser una moneda de cambio suficiente para tolerar el despojo.

Resulta incomprensible que el canciller Quirno celebre palabras de buena voluntad mientras la empresa Navitas Petroleum —nacida, fundada y con sede central en Israel— avanza con el proyecto Sea Lion.

Si el vínculo entre la gestión de Javier Milei e Israel es tan estrecho y "especial" como pregonan ambas partes, ¿por qué ese vínculo no se traduce en una orden directa del Estado israelí para que sus empresas dejen de violar la soberanía de su aliado?

 

El "Manual de Estilo" del silencio mediático dominante

Los medios dominantes de la Argentina, titularon enfocándose en el "apoyo de Israel" o el "acercamiento estratégico". Al replicar el agradecimiento de Quirno, validan la idea de que un posteo en la red social X es un avance geopolítico, cuando en realidad es una distracción mientras se avanzan con los contratos de extracción.

En las crónicas de esos diarios, el nombre de la empresa israelí aparece como un detalle técnico, casi secundario. Se presenta el conflicto como algo "entre gobiernos", ocultando que el actor que va a perforar el lecho marino argentino, es un sujeto privado con sede en ese país al que el canciller Quirno le da “las gracias". Además, evitan cualquier análisis que pueda "tensar" esa relación. Criticar a Navitas sería, para ellos, incomodar al aliado. Por eso, prefieren informar sobre la lisonja de Quirno y no denunciar el despojo.

 

Entre la "empresa privada" y la complicidad estatal

El argumento del embajador Sa’ar, quien sostiene que el Estado de Israel no tiene injerencia en una empresa privada, es una falacia técnica. Los Estados tienen la responsabilidad de regular el accionar de sus empresas cuando estas violan el derecho internacional y las resoluciones de la ONU (como la 31/49), que prohíben innovar unilateralmente en la zona de disputa.

Al agradecer una declaración vacía de contenido práctico, Argentina renuncia a su capacidad de presión. La lisonja de Quirno no retrotrae contratos, no frena el flujo de capitales en la Bolsa de Londres ni detiene la maquinaria que se prepara para perforar nuestra plataforma continental.

La soberanía no se defiende con agradecimientos por lo obvio. Se defiende con sanciones, con firmeza y exigiendo que los socios internacionales actúen en consecuencia con lo que dicen en los micrófonos.

Si Israel realmente valora su relación con la Argentina, debe intervenir sobre Navitas. Y si el canciller Quirno realmente quiere defender el interés nacional, debe dejar de agradecer gestos simbólicos y empezar a exigir el cese inmediato de las actividades ilegales. De lo contrario, este "agradecimiento" pasará a la historia como el aval diplomático a uno de los mayores saqueos de recursos naturales del siglo XXI.

 

 

 

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