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El colmo de la hipocresía: saquean el mar argentino y ahora se quejan de la escasez de calamar

Con un doble discurso, un científico de la industria pesquera que opera en Malvinas denuncia la sobrepesca de la que sus propias empresas son cómplices.

26 de agosto de 2025 14:22

Se trata de Graham Pierce, un investigador que trabaja para la misma industria que explota ilegalmente los recursos pesqueros argentinos en aguas adyacentes a las Islas Malvinas.

El descaro y la ironía rara vez se presentan de forma tan clara como en las recientes declaraciones de un científico del IIM (Instituto de Investigaciones Marinas) español-británico. Graham Pierce, un investigador que trabaja para la misma industria que explota ilegalmente los recursos pesqueros argentinos en aguas adyacentes a las Islas Malvinas, ha salido a advertir sobre la escasez de calamar de la que sus propias empresas son responsables. Un verdadero "saqueador arrepentido" que se horroriza de las consecuencias de sus propios actos.

En una nota publicada por el diario español Atlántico, Pierce, un experto en cefalópodos, apunta a la "actividad sin control" en la milla 201, donde una gran flota pesquera internacional pesca a su antojo, pero mirando para otro lado sobre la actividad ilegal de empresas taiwanesas, coreanas y, por supuesto, española y británica que operan con licencias ilegales extendidas por la colonia usurpadora de Malvinas y que anualmente se lleva unas 250.000 toneladas de calamar illex, un recurso natural que pertenece a todos los argentinos.

La hipocresía en su discurso es abrumadora. Mientras la flota de Vigo, a la que representa, se beneficia de licencias de pesca ilegales otorgadas por la colonia británica en Malvinas, el científico alza la voz para lamentar la disminución de calamar loligo, una especie clave para su negocio.

“Se puede tener pesca controlada en Malvinas y en aguas de Argentina, pero en aguas internacionales no hay control”, declara Pierce con la seriedad de un ecologista, ignorando que la actividad pesquera en "aguas de Malvinas" es, en sí misma, una actividad ilegal que sustenta el robo de recursos argentinos.

El artículo de Atlántico pinta un cuadro en el que la industria pesquera europea y asiática, con su maquinaria de extracción, se presentan como víctimas de la naturaleza impredecible del calamar, y no como los depredadores que son. Graham Pierce, en su papel de "científico", sugiere que la sobrepesca en aguas internacionales "puede influir en la abundancia de calamares en Malvinas", buscando desviar la atención de la ilegítima explotación que ocurre en las propias aguas de la colonia británica.

Mientras tanto, en Argentina, la poca preocupación oficial es otra: el saqueo sistemático de nuestro mar por parte de empresas que actúan con la complicidad de los usurpadores.

Las declaraciones de este científico no son un llamado a la conciencia, sino una maniobra discursiva para blanquear una realidad insostenible: el imperialismo británico no solo nos despojó de nuestras islas, sino que también nos priva de nuestros recursos, y ahora, los mismos que se lucran, nos advierten sobre las consecuencias de su avaricia.

 

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