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La escalada militar de EEUU en el Caribe amenaza la seguridad de toda la región

La administración Trump ambiciona la gran reserva petrolera de Venezuela. Y el supuesto narcotráfico en aguas del Caribe es el pretexto para posicionar la maquinaria de guerra frente a sus costas.

17 de noviembre de 2025 18:36

El 13 de noviembre; el Secretario de Defensa estadounidense Pete Hagseth, anunció el “Operativo Lanza del Sur”: una ofensiva militar que pone en el Caribe al portaviones USS Gerald Ford.

Acusando a los presidentes de Venezuela y Colombia Nicolás Maduro y Gustavo Petro, de comandar el narcotráfico continental; Donald Trump movilizó el Comando Sur (SouthCom) hundiendo barcazas pesqueras durante más de 17 ataques en el Mar Caribe (y recientemente en el Pacífico); consumando 83 muertes a supuestos “narcos”, simulando combatir los “cárteles de la droga”. Y desde el 2 de septiembre a la fecha, el mandatario estadounidense aún no ha presentado ninguna prueba que confirme que esas embarcaciones fueran de narco-traficantes.

Estas provocaciones rompen el tradicional estado de Paz del continente latinoamericano, por lo que Colombia y Venezuela encendieron las alarmas, respondiendo a estas amenazas en el campo diplomático y en la defensa militar; que incluye una alianza venezolana con la Federación Rusa.

 

En el primer ataque a un barco pesquero en el Mar Caribe, el 2 de septiembre, Trump inició una ofensiva sistemática hacia pequeñas embarcaciones en la zona, en función de “proteger los intereses estadounidenses”, justificando el estado “narco” de los botes, a los que califica como un peligro para la seguridad interna de EE.UU.

 

El país del norte, seguido por Europa, resultar ser el principal consumidor e importador de cocaína que llega desde Sudamérica, pero parece obviar que Venezuela y Colombia llevan adelante una campaña que ha reducido significativamente el tráfico de drogas desde sus fronteras, en una cooperación bilateral que redujo el narcotráfico en sus países a mínimos históricos. De hecho, Washington tampoco ha mencionado que durante este 2025 el Ecuador de Daniel Noboa terminó por consolidarse como el primer exportador de cocaína a nivel mundial. Sin embargo, Trump transformó su típica narrativa en una amenaza, y la incursión bélica estadounidense es una posibilidad latente.

 

Venezuela formalizó su denuncia ante el Consejo de Seguridad de la ONU (CSONU) reclamando que el organismo reconozca que la escalada militar de Estados Unidos en el Caribe es una amenaza para la paz y la seguridad internacionales. A lo que Rusia, contestó reafirmando que “Venezuela tiene razones para creer que su vecino del norte [EE. UU.] está listo para pasar de la amenaza a la acción”. Incluso, el representante diplomático ruso ante el CSONU, tomando datos de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDOC), confirmó que el 87% de las drogas que llegan a EE. UU. son por el Océano Pacífico, al que Venezuela ni siquiera tiene acceso.

 

Otra artimaña en la retórica mediática incidió de manera directa en la principal opositora venezolana, Corina Machado, cuando el 10 de octubre se le otorgó el premio Nobel de la Paz; premio que Trump tanto ostentó desde el inicio de su mandato. Dicho acontecimiento ocurrió el mismo día que Caracas acudió al CSONU para denunciar la escalada. Lo que hace pensar que el magnate estadounidense utilizó el premio como arma mediática para impulsar a Machado como fuerza “bendecida”.

El gobierno venezolano denunció en varias oportunidades que en realidad el operativo de Donald Trump pretende un posible “cambio de régimen” en Venezuela, junto a un foco de injerencia por parte de la CIA. La agencia Associated Press había revelado que a inicios del 2024, Estados Unidos intentó secuestrar al presidente Nicolás Maduro ofreciendo un soborno al piloto del avión presidencial de Venezuela, el General Bitner Villegas, por un valor de 50 millones de dólares. Dicho operativo fracasó porque el General Villegas se negó a traicionar al gobierno de su país.

 

En la ciudad colombiana de Santa Marta se celebró la IV Cumbre CELAC-UE durante el 9 y 10 de noviembre. Allí se reafirmó el carácter pacífico de América Latina y el respeto a la Carta de Naciones Unidas, en un intento de apaciguar la situación del conflicto. Pero su declaración final no posee ninguna denuncia conjunta al injerencismo bélico que EE.UU. lleva adelante actualmente en el Mar Caribe. Esta falta de acompañamiento por parte de la Unión Europa (U.E.) hacia la CELAC evidencia la pauta de una Doctrina Monroe 2.0 que esta vez incluye no solo “América para Los Americanos” (ante los europeos), sino una sumisión europea ante los renovados intereses de EE. UU. en Latinoamérica, en el marco de su disputa comercial con China.

Finalmente, ahora, el 13 de noviembre; el Secretario de Defensa estadounidense Pete Hagseth, anunció el “Operativo Lanza del Sur”: una ofensiva militar que pone en el Caribe al USS Gerald Ford; el portaviones más grande del mundo que frente a las costas venezolanas.

 

Sin embargo, la histórica relación entre la Federación Rusa y el gobierno bolivariano resultó anticiparse sincrónicamente a este escenario el 7 de octubre de este año, cuando ambos países firmaron el ambicioso Tratado de Asociación Estratégica que contempla una cooperación continua en política y economía, energía, minería, transporte, comunicaciones, así como en materia de seguridad y lucha contra el terrorismo y el extremismo.

 Esta colaboración ruso-venezolana resulta muy estrecha en términos armamentísticos, midiendo la confirmación del primer vicepresidente de la Comisión de Defensa de la Duma del Estado (la Cámara Baja de Rusia), Alexei Zhuravliov, al asegurar que “Rusia suministra a Venezuela casi todo su arsenal, desde las armas ligeras hasta los aviones”. El mismo advirtió que “los cazas rusos SU-30MK2 son la espina dorsal de la fuerza aérea venezolana, lo cual la convierte en una de las fuerzas aéreas más poderosas de la región”.

En el marco de este creciente conflicto caribeño, Zhuravliov incluso mencionó la posibilidad de vender a Venezuela misiles balísticos hipersónicos con un alcance intermedio del tipo Oreshnik, que pueden alcanzar objetivos de entre 3000 y 5.500 Kms de distancia; cuyas pruebas misilísticas fueron recientemente demostradas en el terreno de los combates que la Federación Rusa libera ante la OTAN en Ucrania.

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